por Frank García Hernández “¡Chino, no asomes tanto la cabeza!”, le gritó en plena calle monseñor Plaza al intendente peronista de La Plata, Rubén Cartier. Era 1975 y faltaba poco para que el también historiador Rubén Cartier, de ojos achinados, pero de ascendencia francesa, fuera asesinado por el grupo paramilitar Concentración Nacional Universitaria -organización armada de la ultraderecha peronista-. Aunque el gobierno y el intendente eran peronistas -por lo cual con mayor razón las fuerzas policiales debían haber protegido al dirigente platense-, días atrás la familia de Cartier había tenido que esconderse en la zona rural de Magdalena. Nadie sabía de esa casa a donde solo iban a dormir Rubén Cartier, su esposa y la pequeña hija, aún bebé. En sus últimos días, más que intendente peronista, Cartier vivía como un opositor perseguido por una dictadura militar. Sin llegar a ser montonero, Cartier, viejo militante peronista, había girado demasiado a la izquierda. Desde su toma ...
Contra la restauración capitalista en Cuba y por la Revolución Mundial