Por Maykel González Vivero (tomado de su perfil de Facebook)
Cuba liberó hoy, después de casi 30 años, al salvadoreño Ernesto Cruz León, pagado por terroristas de Miami para poner bombas en hoteles de La Habana.
Lo que no lograron Posada Carriles, Bosch, y su edecán Cruz León, que era disuadir a los turistas de venir a Cuba, lo consiguieron décadas más tarde la epidemia, la carestía y las sanciones estadounidenses.
Son tantas las deudas con el pueblo cubano, que no van a pagarse con condenas a prisión. Muchos responsables han muerto. Otros son demasiado poderosos todavía o están fuera de la jurisdicción de los tribunales.
Ernesto Cruz León cumplió lo que no cumplió Posada, su empleador. Los que van a prisión casi nunca son los que deben más. La razón que sostiene la justicia humana es paradójica. No halla el modo de expresarse rotundamente.
Deseo que este hombre haya aprovechado tanto tiempo para entender, de veras, no por la imposicion de las rejas, el compromiso que tenemos con la vida, con la integridad de nuestros iguales, y más que eso, el derecho de los pueblos a la paz y al bienestar, una aspiración que nadie debería perturbar por egoísmo.
Si fuera posible, y yo creo en los comienzos, que se perdone y sea feliz, lo mejor que pueda. Porque acostumbramos a responsabilizar totalmente a la gente común, que sin duda siempre podrá elegir a pesar de sus circunstancias humanas, de tener que vivir bajo el peso insoportable de su pequeñez, y somos más generosos con las estructuras impersonales que les conducen la mano, los arman y los dirigen como puñales anónimos.
Cruz León fue un terrorista. Ya dejó de serlo, ya es libre. La compensación del rencor, finalmente, caduca.
Sería igualmente justo que mucha de la gente pobre que fue a las calles el 11 de julio de 2021, incluso los que cometieron algún delito impulsados por la euforia, por la necesidad, por la atmósfera de caos que les hizo experimentar un efímero poder frente a la fatalidad económica, también recuperen su libertad.
Los mismos que atenuaron la condena del asesino, que en principio fue la muerte, tienen el deber de aliviar a nuestra propia gente desesperada, a sus familias, al pueblo cubano entero, del cargo de conciencia por tantas penas ejemplarizantes. Es una necesidad colectiva y un deber que ellos tienen.
Ojalá se me cumpla este deseo.