Por Tano Nariño II
Cuba 2022, un paisaje desolador en todos los aspectos de la vida. Un día cotidiano puede perfectamente reducirse a tratar de vencer por los cubanos una serie de obstáculos insalvables en pos de satisfacer sus necesidades más elementales.
Luisa no tiene qué para desayunar. La leche tiene el mismo valor que su jubilación, el pan no llega siempre, no hay harina, un bromista dice que el precio de la harina está más alto que el de la cocaína y que los narcos deberían cambiar un polvo por el otro para aumentar sus ingresos. Javier intenta sacar unos antecedentes penales para su hermano que vive en el extranjero y los requiere, pero un día no hay luz, otro no hay papel y al parecer el dinero ofrecido por “la izquierda” era poco para agilizar el trámite. Las hijas de Xiomara van a la escuela a ver un profesor de brazos cruzados que no da clase, su trabajo real empieza después del horario lectivo como profesor privado. Mientras, solo hace de cuidador en una suerte de guardería para adolescentes, en eso se han convertido las secundarias.
Yasel vive solo y quiere limpiar la casa, pero cuando llega del trabajo casi siempre no hay agua, solo se recibe cada 5 días llega y a los horarios menos imaginados. Consigue la imprescindible gracias al vecino, pero no le sirve para todo. Melissa quiere hacer su trabajo de fin de grado, pero su laptop solo funciona si está conectada directamente a la corriente; la luz se va con frecuencia en su vecindario y está tardando más de lo que debería. También sufre por el gas que es de balita (botellón) y tiene problemas con el suministro: como diría el cantante Alain Pérez en su canción ¨Sin luz y sin agua…¨.
Pedro ha tenido mala suerte últimamente, tuvo dengue dos veces en menos de 6 semanas. Frente a su casa hay una tubería rota y los problemas sanitarios que ello conlleva, lleva así desde que tiene memoria, los mosquitos campean a sus anchas en los grandes charcos, que solo se secan plenamente al mediodía gracias al Indio (el sol). Saliendo del dengue lo mordió un perro callejero, uno de esos tantos vagabundos que son parte del paisaje urbano habanero; al parecer no tenía la rabia, de todas formas lo vacunaron por si las moscas, que, por cierto, son otras molestias añadidas a sus pesares, las moscas joden bastante, como los caracoles gigantes africanos que han provocado la muerte de un cachorro de los vecinos de enfrente. Enrique es fan al béisbol, pero ya casi no ve la pelota, antes iba mucho al estadio, pero cada día es más difícil por el transporte; antes podía ir caminando si la guagua (bus) no llegaba, pero ya esta mayor para esas andadas, ahora lo ve por televisión con cierta nostalgia, pues la pelota no es ni la sombra de lo que fue. En la universidad, a estudiantes con trayectorias académicas y cívicamente intachables los dejan fuera de la docencia por motivos políticos.
Todo es un problema en Cuba, todo es una angustia. Hay quien se siente muerto en vida y prefiere cruzar Centroamérica con todos los riesgos que ello implica. Desde enero se van más de 22000 cubanos al mes por esta vía, ya es la mayor migración en menos tiempo de la historia reciente de Cuba, más grande que la de los balseros (1994 ) y la del Mariel (1980 ).
Hay un descontento hondo en la mente, desesperación y hastío por una realidad que nos sobrepasa. Los dirigentes no tienen intención de hacer ningún cambio significativo en sus políticas, mostrando una falta de sensibilidad que raya lo inhumano. Piden “resistencia creativa” a los que sufren la inflación, la dolarización y la separación familiar. Es el pueblo el que lo sufre todo. Aprovechando este descontento, cierta derecha ha desplegado una fuerte campaña ideológica que ha permeado muy bien por lo fértil del terreno. Cobran fuerza mitos que, a nuestro entender, son nocivos para la nación cubana y su futuro. Algunos de estos pueden ser la idea de que la Revolución es algo homogéneo en el tiempo, 60 años de lo mismo, 60 años de miseria, fracaso e injusticia. No es mi propósito demostrar aquí que esto es falso, me basta con decir que hubo transformaciones en esos años que supusieron una democratización en múltiples áreas de la vida de los cubanos, transformaciones incompletas pero de magnitudes nunca antes vistas en Cuba, como la alfabetización, las oportunidades de estudio para sectores tradicionalmente excluidos de la universidad, el fin de la segregación racial en clubes, parques y playas, la sanidad pública y universal, y la oferta de un proyecto de nación soberana y de justicia que atrapó la ilusión y el ímpetu de los jóvenes en el país y de la humanidad del orbe. Cuba fue ciertamente un faro irradiante durante la década de los sesenta. Son cosas que no muestran todo el cuadro, pero que no deben ser omitidas.
Otro mito muy ligado al anterior es la idea de que Cuba antes del 59 era un paraíso o algo parecido. Este mito consciente o inconscientemente legitima los gravísimos problemas sociales de la época, la gran desigualdad el primero de todos. Esto podría a su vez legitimar futuras fechorías en nombre de una falsa modernidad o de un desarrollo económico basado en estructuras de poder oligopólicas que ataquen cualquier apuesta por una alternativa emancipadora como continuadora del actual régimen, y por tanto digna de repudio e incluso de odio.
El último mito que trataré hoy es el de que todos los comunistas apoyan a Díaz Canel, utilizando la palabra comunista como sinónimo de simpatizantes del régimen. Esto es injusto dada la tradición cubana de luchadores comunistas que murieron contra tiranías como la de Machado (Mella como paradigma), y por los militantes comunistas que han sufrido asedio de la Seguridad del Estado y que además han estado detenidos y luchan como pueden por la libertad cercenada por la casta burocrática y oportunista en el poder.
La izquierda cubana debería reaccionar contra estos mitos que pueden traer consecuencias ideológicas peligrosas para un futuro democrático. La aniquilación de la izquierda como opción legítima sería fatal, pues elimina del pluralismo político todo un abanico de ideas críticas con el orden establecido y que atacan diferentes formas de opresión naturalizadas. Por ello, es importante decir que quienes hoy apoyan al gobierno no son necesariamente comunistas ni de izquierdas y mucho menos revolucionarios, eso es otro mito.
Esta derecha tiene ahora mismo la hegemonía. Lemas como Patria y Vida, de gran popularidad, guardan en si una carga ideológica muy reaccionaria, otros lemas que se han escuchado en las ya frecuentes protestas nocturnas apuntan como culpables de la situación al socialismo. Comunista se ha vuelto una ofensa o un insulto para quien recibe el adjetivo. Sinónimo de chivatón, descarado, sin vergüenza, etc. La mayoría de influencers que en redes sociales hablan sobre temas de Cuba replican y promueven todos estos estados de opinión. La izquierda, como decíamos antes, parece pasiva ante todas estas embestidas.
La lucha común en pro de un sistema abierto y democrático donde todos quepamos requiere desde el inicio tomarse en serio lo de ser democrático, si en la oposición se replican patrones de segregación, de odio, de dogmatismo y fundamentalismo el resultado será deforme. Se aprende a ser libre y a utilizar bien la libertad siendo libres. Lo mismo pasa con la democracia, de nada vale decir que se pretende ser democrático cuando en la práctica diaria excluimos, ofendemos, decimos que todos los que no son igual a nosotros son agentes de la Seguridad del Estado; el mayor daño a la democracia cubana futura se realiza desde el interior de la oposición paranoica que ve oficiales del MININT en cada esquina, en cada casa, en cada persona.
Por tanto, creo imprescindible en esa lucha aunar fuerzas distintas, de esa forma estaríamos construyendo la democracia antes de la democracia, la apertura no es la unidad monolítica tras un líder carismático y macho alfa, la unidad ha de ser conflictiva, con contradicciones, dialéctica, así será más robusta y estaríamos más cerca de cumplir el sueño de Martí, ¨con todos y para el bien de todos¨, solo que esta vez Todos no deberá ser una parte, sino la totalidad, sin excepciones.
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