Votar SÍ sin dudas, pero no sin comentarios
Los miembros y simpatizantes de Comunistas Cuba hacemos un llamamiento a toda la clase trabajadora, estudiantes y pueblo cubano en general para que voten SÍ al Código de las Familias el próximo 25 de septiembre. Su voto afirmativo fortalecerá la condición de la mujer en Cuba. Su voto afirmativo añade protección para las niñas y los niños, para la juventud en general, para los ancianos, para las abuelas y abuelos y muy importante: da cabida legal a todo tipo de familias. Estas medidas son necesarias desde hace mucho tiempo en una sociedad que se califica de justa, por no hablar de revolucionaria.
Ningún aspecto de la propuesta de Código de Familia disminuye la dignidad de las mujeres, ni los hombres, ni aumenta el control del Estado sobre las "familias tradicionales", ni atenta contra estas -tal y como lo promueven deshonestamente los fanáticos fundamentalistas y los seguidores cubanos de la agenda ultraderechista estadounidense, Trump y compañía-.
Tampoco dar el SÍ es una victoria exclusiva para el gobierno. El SÍ es la victoria de décadas de lucha contra la homofobia, y, si hoy la burocracia cubana promueve este vanguardista Código de las Familias es porque la comunidad LGTBIQ+ -y aliados- nunca dejaron de bregar por sus derechos.
Quienes fueron reprimidos en la manifestación del 11 de mayo de 2019 también votarán que SÍ; quienes han sido discriminados tanto por el gobierno, como en sus centros de trabajo por el hecho de pertenecer a la comunidad LGBTIQ+, e incluso quienes durante los 60 fueron encerrados en las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), también votarán SÍ. Este referendo no es apoyar a la burocracia cubana: este referendo es por tener más derechos; derechos que han sido arrebatados al machismo estalinista.
Pero, además, y algo muy importante: el triunfo del SÍ evitará el triunfo de las iglesias fundamentalistas y los odiadores. Quien no apoye el SÍ votará por sus intereses personales y mezquinos. La oposición que rezaba el mantra “derechos a tener derechos” -tan tonto como el slogan de la burocracia cubana “amar el amor y odiar al odio”- y hoy llama a votar NO, solamente descubre sus verdaderas intenciones: imponer en Cuba una dictadura anticomunista y neoliberal, donde ellos tengan su tajada de poder.
El debate sobre el Código de Familia en las redes sociales expone las verdaderas intenciones de la oposición de derechas
Este año hemos sido testigos por primera vez de la más aterradora movilización de poderosas fuerzas derechistas y religiosas que se esfuerzan por convertir el Código de las Familias en un referéndum contra la burocracia, y su organización política rectora, el PCC. Si la oposición reaccionaria se impone en el futuro, impondrán sus argumentos misóginos y homo-transfóbicos que han esgrimido durante el debate del Código de las Familias. Sus discursos predicen la naturaleza del régimen capitalista teocrático que pretenden imponer a los cubanos. Piensen en Rusia o Irán, o en una amalgama de ambos, pero con una orientación trumpista.
Mientras tanto, el PCC, en lugar de tomar una iniciativa de principios y agresiva para debatir con estas fuerzas ajenas al socialismo; en lugar de movilizar y apoyar a los activistas independientes del Código de la Familia, lleva a cabo una campaña blanda a favor del Código de la Familia, empleando técnicas de marketing de "sentirse bien" similares a las utilizadas por el Partido Demócrata de Estados Unidos en cuestiones sociales.
El Código de las Familias nunca debería haber sido sometido a votación por un gobierno que se autodefine como socialista. Por el contrario, debería haberse aplicado en los primeros meses de la Revolución ¿Por qué no se sometió a referendo una medida tan drástica como fue la Tarea Ordenamiento? La aplicación de la Tarea Ordenamiento cumple las condiciones descritas por Naomi Klein en su libro La Teoría del shock: mientras Cuba atravesaba una situación de crisis tan peculiar que la mayor parte de la clase trabajadora estaba recluida; cuando, por tanto, no podían decir nada los sindicatos, ni las organizaciones sociales, ni siquiera los militantes del PCC, entonces, aprovechando esas condiciones de total desmovilización, la burocracia cubana aplicó la Tarea Ordenamiento.
Sin embargo, el gobierno cubano quiere presentar el referendo como un gesto democrático cuando conocemos su verdadera política. No le importó exponer los derechos de una amplia -supuesta- minoría que es la comunidad LGBTIQ+. Pero no por ello vamos a automutilarnos: como mismo la clase trabajadora hubiera votado en contra de la Tarea Ordenamiento porque golpeaba los derechos laborales adquiridos durante décadas, aplicando recortes sociales; como mismo hoy la clase trabajadora cubana debe votar SÍ para tener más derechos. El SÍ no es una exclusiva victoria para la burocracia, es, sobre todo: la victoria de quienes luchan.
Serán las mayorías populares, especialmente las mujeres, niñas y niños, los jóvenes y las personas LGBTIQ, sufrirán sin los derechos ampliados que garantiza el Código de la Familia.
El Código de las Familias es una reforma necesaria y urgente que beneficia a todos los cubanos, pero no es intrínsecamente socialista
Los redactores del Código de las Familias lo identifican correctamente como moderno y progresista, en línea con las legislaciones aplicadas por los gobiernos socialdemócratas de Europa y las leyes liberales de Canadá. Sin embargo, es curioso que hayan hecho mucha insistencia en esto y no destacado que la Revolución bolchevique fue el primer gobierno en despenalizar la homosexualidad, permitir todo tipo de familia y crear condiciones para la desaparición de la familia burguesa.
Más allá de esa llamativa peculiaridad, la burocracia ha reconocido que la mayoría de las unidades familiares cubanas han evolucionado en disímiles combinaciones y sólo en una minoría de las familias cubanas existe la forma idealizada de la familia nuclear heterosexual; es decir, esposa, esposo e hijos: un invento de la era industrial al servicio del gran capital. El Código de las Familias es una de las pocas iniciativas presentadas en Cuba durante las últimas décadas como resultado de años de esfuerzos valientes y militantes feministas independientes y activistas LGBTIQ+.
El Código de las Familias se somete a votación en el contexto de la masiva presión nacional e internacional en favor de unos de los derechos más humanos; un hecho que tiene lugar durante un período en el que la burocracia cubana está llevando al país hacia el capitalismo estilo chino-vietnamita.
El contexto internacional es realmente peligroso para que la burocracia cubana navegue. El avance global del neoconservadurismo en todas las economías contrasta con los imparables movimientos por la igualdad de las mujeres, los jóvenes, la comunidad LGBTIQ+, la justicia racial: es un deber de toda organización marxista encabezar estas luchas. Solo la clase trabajadora salvará a la clase trabajadora.
Código de la Familia: probablemente sea una reforma temporal, pero siguen existiendo posibilidades revolucionarias
La marcha de la irreformable burocracia cubana hacia la adopción de los modelos chinos-vietnamitas de capitalismo hace que el Código de las Familias, aunque no sea perfecto, sea más importante que nunca para la clase trabajadora cubana. Los capitalistas internacionales y criollos entienden que las ganancias aumentan significativamente en ausencia de verdaderos sindicatos. La estrategia de ganancia universal de dividir la mano de obra por género y raza para extraer mayores ganancias hace que el Código de Familia también juegue un valioso papel al enfrentar la división social, racial y de género del trabajo. Las protecciones que establece el Código de Familias frenan el crecimiento del capitalismo en Cuba. Mejor instalarse en países latinoamericanos donde no hay medidas de igualdad, dicen los especuladores.
La aplicación del Código de las Familias presionará a la burocracia cubana. Ningún derecho humano fundamental es permanente bajo el capitalismo o el estalinismo. De hecho, es una lucha constante para mantener y defender lo que tenemos bajo estos regímenes.
El destino de la familia, de la niñez y de todas las relaciones sanas y consensuadas reside en una Cuba verdaderamente socialista donde la clase trabajadora controle democráticamente sus destinos políticos y económicos. Tal opción es totalmente posible y realista cuando nos organizamos y nos combinamos con los marxistas revolucionarios de otros países para realizar este objetivo tan humanista.
Los argumentos que dan los dos principales sectores organizados opuestos al Código de las Familias parten del fanatismo unos, y de la explotación otros. Los fundamentalistas pregonan que el Código de las Familias traerá el triunfo del demonio y la destrucción de la familia cubana; la oposición de derecha -cada vez más abiertamente contrarrevolucionaria al oponerse no solo a todo intento de otra posible revolución, sino también contra toda posibilidad de reformas en favor de la ciudadanía- argumenta que votar SÍ es apoyar a la burocracia. Prefieren que amplios sectores de la clase trabajadora cubana sigan viviendo sin igualdad de derechos. Es el mismo motivo por el cual apoyan el recrudecimiento del bloqueo y se alegran cuando la economía entra cada vez más en crisis. No les importa el sufrimiento de la clase trabajadora cubana: quieren exponerla a más precariedad y escasez con tal de que Cuba explote y ellos se hagan del poder. Sucede que mientras eso ocurre, esa contrarrevolución vive fuera de Cuba, con todas las necesidades cubiertas -o más- y si lo hacen en Cuba viven muy por encima de las condiciones paupérrimas de las mayorías populares cubanas.
La burocracia exige a la clase trabajadora cubana que se sacrifique para ellos mantenerse en el poder; la contrarrevolución quiere que la clase trabajadora sufra más para ellos alcanzar el poder. Antes pedían el recrudecimiento del bloqueo y las sanciones económicas en general. Ahora piden que amplios sectores de la sociedad cubana no tenga los derechos por los cuales se ha luchado durante décadas y finalmente se los ha arrebatado a la burocracia. Que no se olvide nunca dónde estuvo cada quién en estos momentos de crisis. Hoy no estamos hablando en apoyar una marcha o firmar un manifiesto: hoy estamos hablando de votar por los derechos de millones.
¡Comunistas Cuba vota SÍ al Código de las Familias!