Romina del Plá: entrevista exclusiva para Comunista

 

“Las marchas del 11 de julio representaron una reacción al proceso restauracionista que comanda la burocracia del PCC”, nos dice la sindicalista argentina y diputada nacional por el Frente de Izquierda de los Trabajadores – Unidad (FIT-U), Romina del Plá. Proveniente de una familia que formó parte de la construcción del Partido Obrero -organización en la cual milita y es uno de sus principales referentes- la líder sindical docente que es Romina del Plá pasa por encima de disputas partidistas y logra la cohesión de un discurso obrero en las mayorías.

En esta su primera entrevista a un medio de prensa cubano, Romina explica la realidad política que atraviesa la clase trabajadora y nos ofrece sus respetuosas consideraciones sobre la actualidad cubana. Iniciamos así la sección de entrevistas Exclusiva para Comunistas.




¿Cómo se explica la crisis del gobernante Frente de Todos? ¿Por qué se produce el recambio del exministro de Economía que encabezó las negociaciones con el FMI, Martín Guzmán por una efímera Silvina Batakis y ahora de Batakis por Sergio Massa, “el amigo de la embajada de Estados Unidos”?

 

Romina del Plá: La crisis del Frente de Todos (FDT) es la crisis de todo el régimen político argentino. Es la expresión del agotamiento de un ciclo, el de la tentativa de parte de la burguesía argentina de enterrar la rebelión popular del 2001. Los gobiernos kirchneristas que se sucedieron entre 2003 y 2015 fueron el producto directo de esa rebelión y buscaron erigirse como la negación del menemismo y los gobiernos del consenso de Washington. Su agotamiento, la explosión de enormes contradicciones políticas y desequilibrios económicos dieron lugar primero a un intento del propio peronismo de llevar adelante las demandas del imperialismo y la gran burguesía argentina, pero luego parieron al gobierno de Macri, de ataque directo a las masas que sin embargo tampoco consiguió imponer la ofensiva que se propuso.

El Frente de Todos nace y se conforma principalmente en oposición a Macri, un frente antimacrista que tuvo condiciones muy favorables para la contienda electoral en tanto el desenlace del gobierno macrista estuvo marcado por endeudamiento record, el regreso del Fondo Monetario y con una crisis inflacionaria acompañada por un fuerte crecimiento de pobreza.

El nuevo gobierno tenía la novedad de aglomerar los distintos sectores del peronismo, que se habían ido disgregando en oposición a Cristina Kirchner. Prometió que iba a recuperar los salarios y las jubilaciones, que iba a reducir la desocupación en base a revertir el desastre macrista, especialmente la deuda fraudulenta y usuraria que Macri contrajo con el FMI. Pero ya desde el principio, incluso antes de la Pandemia, y con el apoyo de Cristina y Máximo, Alberto y Guzmán mostraron que su prioridad era la reestructuración de la deuda externa tanto con los acreedores privados como con el FMI. El FDT se terminó convirtiendo en el peronismo del FMI.

Excusados detrás de la pandemia primero y de la guerra después el gobierno argentino es incapaz de llevar adelante cualquier tipo de reivindicación popular. Hoy la situación de la clase trabajadora tanto la ocupada como la desocupada, tanto la de los trabajadores activos como jubilados está llena de carencias y padecimientos, lo cual crea desencanto de trabajadores que apostaban a que el peronismo cumpliese con sus promesas electorales.

Es esta crisis la que se llevó puesto a Guzmán, la incapacidad de controlar la inflación de haber dirigido la economía a la catástrofe y al FdT a la derrota electoral del año pasado. Para colmo, los bonos reestructurados de Argentina tienen un valor de default, es decir que ni el capital financiero ni la burguesía nacional ni mucho menos los trabajadores validaban la gestión de un ministro puesto a dedo por el FMI. Su salida derivó en una breve transición de Batakis y ahora en la asunción de Sergio Massa, uno de los políticos peronistas de mejor relación con el imperialismo yanqui pero también con grandes capitalistas nacionales, como Vila- Manzano, Mindlin (socio de Macri y de Lewis) y Brito, del banco Macro, el principal banco privado de capital nacional. Cuenta en principio con el aval de Cristina Kirchner, algo que había perdido Guzmán durante su gestión, pero no hay cambio de nombres capaz de revertir la gran contradicción de la economía argentina que depende de aplicar un ajuste para contentar al capital, en un marco en el cual los trabajadores no están dispuestos a tolerar más ajuste sobre sus espaldas.

 

           ¿Y qué papel juega Cristina?

Mirá, lo primero que tiene que saber la clase trabajadora cubana es que Cristina representa también a una fracción del empresariado, por eso ella no va a promover ninguna salida que cuestione el acuerdo con el FMI ni al régimen social capitalista, que es justamente lo que está en ruinas en Argentina. Después de la derrota electoral del FDT de 2021, Cristina buscó deslindarse de su responsabilidad, criticando por izquierda a al gobierno, sabiendo que una parte de su base electoral, insatisfecha con la evolución económica se empezó a vincular con la izquierda clasista. La elección del Frente de Izquierda, fundamentalmente en el conurbano bonaerense y con un protagonismo decisivo del Polo Obrero, es una prueba cabal de eso.

Al mismo tiempo, le preocupa su futuro en materia judicial. Eso la ha llevado a moderar su crítica para apoyar de manera más decidida al nuevo ministro y buscar una victoria del peronismo que le garantice su impunidad. En sus más recientes declaraciones ha dado el visto bueno a la aplicación de un ajuste cuyas condiciones políticas fueron esquivas para los últimos gobiernos.  Además, su planteo económico keynesiano de estimular la demanda expandiendo el gasto es completamente inviable en las actuales condiciones de endeudamiento y quiebra del estado: el camino para desarrollar una salida en favor de los trabajadores pasa en primer lugar por aumentar el salario mínimo al menos al valor de la canasta básica, y eso es casi triplicarlo. Cristina no plantea nada de eso porque eso sería afectar la tasa de ganancia de los capitalistas y, ante la llegada de Massa y su plan de ataque a la clase trabajadora, que es un puro y simple plan ortodoxo, con incluso recortes del gasto, suba de la tasa de interés, etc. Se ha llamado a silencio, en apoyo a la política de Massa, con plena consciencia de que él es la última carta que puede jugar el gobierno para derrotar a los trabajadores. En pos de evitar que gane “la derecha” aplica su programa.

La gran incógnita aparece frente a la posibilidad del fracaso de la última tentativa oficialista, qué podría depararle al gobierno y a la propia Cristina si este esquema tampoco funciona.

 

Para algunos políticos de la izquierda argentina, la actual crisis económica terminará estallando: ¿Cree usted que la crisis provocará un estallido social? ¿Cuál sería el papel del PO ante un estallido social similar al de diciembre de 2001?

 

La posibilidad de un estallido social está presenta en la situación política. El escenario económico no permite descartar una crisis hiperinflacionaria, ni una corrida bancaria; mucho menos un default. En ese sentido, los enormes padecimientos que sufre la mayoría de la población argentina están generando un clima de descontento popular muy palpable.

A pesar de que aún no se han manifestado en una multiplicidad de huelgas obreras, sí emergió un actor fundamental de nuestra realidad como es el movimiento piquetero, en donde el Polo Obrero juega un papel muy destacado organizando a centenares de miles de trabajadores a lo largo y ancho de todo el país y penetrando en un sector de la sociedad que había colocado muchas esperanzas en el gobierno peronista.

Este es el puntal sobre el cual podremos intervenir en caso de un estallido social, con nuestra presencia en decenas de sindicatos, en la dirección de comisiones internas, en el movimiento estudiantil, en el movimiento de mujeres. El Frente de Izquierda y el Partido Obrero son una referencia a nivel nacional, menor de la que nos gustaría, por supuesto, pero contamos con activos que no tiene ninguna otra fuerza popular en nuestro país.

 

          ¿Podría explicarnos cómo se organiza y que papel político está jugando el movimiento piquetero, es decir, el conjunto de organizaciones que agrupan a miles de trabajadores en el paro?

El movimiento piquetero es hoy el factor más dinámico de la lucha de clases en Argentina. Son los trabajadores desocupados o precarizados que siguiendo los métodos históricos de la clase trabajadora se organizan para reclamar por sus necesidades más básicas, pero se han convertido en un factor importante en la crisis política nacional.

El movimiento piquetero nació en las luchas contra el menemismo en la segunda mitad de la década del ’90, organizado por trabajadores desocupados del Sur y del Noroeste, ex trabajadores de YPF, la petrolera privatizada por el gobierno peronista de Menem, de la zona de Cutral Có y Plaza Huincul en el sur y Libertador Gral. San Martín en el norte. Bajo el kirchnerismo un sector fue cooptado por el gobierno y ese es el sector que hoy mantiene su apoyo al FDT, el sector que hegemonizan Pérsico y Grabois, que además bajo el macrismo llevó adelante una política colaboracionista. Las organizaciones combativas, que mantuvieron su independencia frente al gobierno kirchnerista, y entre las que se encuentra el Polo Obrero, son las que enfrentaron consecuentemente al macrismo y hoy al gobierno antiobrero del FDT, y se han nucleado en la Unidad Piquetera.

Su crecimiento ha sido meteórico, al ritmo en que crecen la miseria y a la vez la claudicación de las organizaciones oficialistas. Hoy es el principal factor dinámico, la vanguardia de la lucha del pueblo trabajador, y acaba de protagonizar un acampe histórico en la Plaza de Mayo. Como decía en la pregunta anterior, hay un puntal de organización de los sectores más explotados de nuestro país dispuesto a luchar políticamente contra sus verdugos de siempre y para buscar una salida a la crisis que nos atraviesa.

 

¿Qué luchas está librando en este momento la clase trabajadora argentina? ¿Por qué el peronismo sigue controlando las más importantes centrales sindicales de Argentina?

 

La situación social argentina es gravísima, y las centrales sindicales no sólo no están a la altura de las circunstancias sino que son una pieza más del ajuste, tanto en el plano político como en las propias empresas. Pero la burocracia sindical peronista se ve sometida a una presión que crece de abajo y por eso se ha visto obligada a convocar a la marcha del 17 de agosto, que no está convocada contra el gobierno y su ajuste sino contra los “formadores de precios”. Hay que ver si la mantienen incluso, porque hay fuerte presión de Massa para que la levanten.

El sindicalismo combativo, que se organiza alrededor del Sindicato Único de Trabajadores del Neumático Argentino (SUTNA) y del Plenario del Sindicalismo Combativo, va a movilizarse ese día junto a la Unidad Piquetera en una marcha alternativa, esta sí contra el gobierno y el ajuste del FMI. Justamente, la principal lucha, por lo prolongada, por el nivel de combatividad y de organización, es la lucha de los trabajadores del neumático nucleados en el SUTNA. Es una lucha clave porque la victoria del gremio que encabeza nuestro compañero Alejandro Crespo demostraría la superioridad del sindicalismo clasista respecto a las direcciones de la burocracia sindical que, como vos decís, controlan el movimiento obrero argentino.

Gran parte de la clase obrera tiene los ojos puestos en la victoria de esa lucha que podría sentar las bases de una alternativa que dispute la dirección de los sindicatos a la burocracia, y que como mínimo representaría un golpe a ese control burocrático. También en gremios clave, como el de los choferes de bus de la UTA, o los metalúrgicos de la UOM, hay agitación y conflictos que se producen por el descontento de las bases. Y en muchos gremios ha habido un recambio de las representaciones de fábrica, lo que acá llamamos comisiones internas, en los que se ha elegido delegados nuevos que la burocracia no controla. En mi gremio, que es el docente, se están desarrollando luchas muy importantes también. Ha habido un paro nacional que la dirigencia burocrática se vio obligada a llamar en protesta por la persecución a un dirigente de Chubut, pero que también se produce por el descontento con la situación salarial de los docentes, que es terrible. En Mendoza marcharon decenas de miles de docentes y estatales, en La Rioja hay un conflicto muy profundo y se ha formado un sindicato docente nuevo como respuesta a las traiciones de la burocracia.

En síntesis, el peronismo controla las principales centrales obreras, pero está ausente de las luchas, y su filiación con el gobierno puede ser un factor que termine jugándoles en contra y promoviendo aún más una tendencia existente de manera incipiente como es la de una dirección clasista y anti burocrática en el movimiento obrero, que defienda la unidad de trabajadores ocupados y desocupados y luche en contra del ajuste empresarial y gubernamental.

 

¿El FIT-U se puede convertir en un frente unido que articule como FIT-U a movimientos sociales, sindicales, estudiantiles, feministas y LGBTIQ o sea: el FIT-U mucho más allá de las elecciones?

Somos partidarios del frente único, de luchar junto con todos los partidos del FIT-U siempre y cuando podamos ponernos de acuerdo en un programa común que exprese la independencia de clase. Es un debate que tenemos en el seno del FIT- U, donde algunos partidos tienden a diluir la frontera de clase y asumen posiciones de tipo pequeñoburguesas. De nuestra parte, quisiéramos que se desenvuelva un debate apropiadamente mediante un congreso de su militancia, algo que proponemos desde siempre. Nosotros, en el último congreso del PO, tomamos decisiones destinadas a afrontar los problemas de la lucha política de conjunto de la clase trabajadora, que tiene que expresar activamente y recoger las reivindicaciones de todas las minorías que la integran.

Creemos que todos esos problemas, y te agrego la cuestión ambiental, deben ser afrontados desde el punto de vista de clase. Eso exige una discusión y el desarrollo de una política que va mucho más allá de resolver una fórmula electoral, y que nosotros hemos sintetizado en nuestra consigna de luchar por poner en pie un “movimiento popular con banderas socialistas”, que supere al peronismo. La consigna resulta apropiada sobre la base de la realidad práctica que afronta nuestro partido, que ha logrado una influencia y una penetración muy importantes en franjas de la clase trabajadora. No todas las organizaciones de la izquierda argentina se enfrentan a ese problema, algunas incluso han rechazado históricamente intervenir en el movimiento de desocupados.

 A veces la desorientación dentro de la izquierda es tal, que pareciera que Cristina y los punteros peronistas fueran más conscientes de la crisis que se está dando en la relación entre el peronismo y la clase trabajadora que algunas direcciones de partidos de izquierda. En cualquier caso, el PO se ha cansado de proponer como te decía un congreso del FIT- U, justamente para discutir y poder resolver una lucha común clarificando las diferencias que son muchas y de carácter estratégico.

 

 

¿Cuál es el papel del PO en la lucha por los derechos de las mujeres, la comunidad LGTBIQ, los pueblos originarios y los afroargentinos? ¿Cómo debe encarar esos problemas un partido marxista?

El PO juega un papel en esas luchas desde la primera hora. Son fundantes de nuestro programa, y como marxistas no separamos esas luchas de la lucha por la emancipación de las y los trabajadores. En ese punto seguimos interviniendo fuertemente en los procesos de lucha que se han ido desenvolviendo en los últimos años, el más notorio es el de la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, pero también contra la influencia reaccionaria y oscurantista de las iglesias, contra la violencia hacia las mujeres y diversidades, los femicidios, por el cupo laboral trans. Para dar esas luchas hemos desarrollado organizaciones de masas específicas, como el Plenario de Trabajadoras, que ya en su propio nombre se define por la ligazón inseparable de la lucha por los derechos de las mujeres con la lucha de clases, o 1969, organización del movimiento LGTBIQ+ orientada por nuestro partido.

 

 

Recientemente Gustavo Petro ganó las elecciones en Colombia. Gabriel Boric llegó a la presidencia chilena el año pasado. Todo apunta a que Lula triunfe en los próximos comicios presidenciales. Al parecer regresa lo que se dio en llamar la “ola rosa” de la socialdemocracia latinoamericana ¿Cómo cree usted que esto pueda impactar en las luchas de la clase trabajadora latinoamericana y cuál debe ser la posición de la izquierda marxista ante este proceso?

 

La caída de gobiernos derechistas, incluso de tintes fascistoides, es un “progreso” para la situación latinoamericana. Pero el ascenso de los nuevos gobiernos centroizquierdistas son una traba a una evolución revolucionaria de estos países. Son gobiernos frentepopulistas, de conciliación de clases, aceptados por el imperialismo y las burguesías como un mal menor aceptable porque vienen a frenar la movilización y radicalización de las masas trabajadoras.  Justamente, el de Boric y el de Petro son dos ejemplos de victorias electorales centroizquierdistas precedidas por rebeliones populares. Rebeliones en la que no tuvieron un papel protagónico, ninguno de los dos. Por el contrario, trabajaron activamente para impedir que dichas rebeliones se transformaran en revoluciones para imponer las demandas del pueblo explotado y gobiernos de trabajadores. Vinieron a imponer los “ajustes” que la derecha con sus métodos clásicos, incluyendo fuertes represiones, ya no podía ejecutar. En esa perspectiva juegan un rol antirrevolucionario que en condiciones extremas de permanencia de luchas abiertas de las masas, se transformará o dará paso a represiones más fascistoides, como fue el caso de Pinochet en Chile de la década de los ‘70.  Esto marca una diferencia importante, porque el nacionalismo burgués viene con una agenda mucho más conservadora en la medida en que por su naturaleza no se propone romper los límites del capitalismo y se ve limitado por la crisis mundial que la obliga a ir a ajustes feroces, y enfrentar a las masas que han protagonizado importantes procesos de lucha. Boric se empeñó en bloquear la evolución revolucionaria del alzamiento que estallo el 18 de octubre del 2019, contra el régimen. Ganó por el voto de los sectores más radicalizados de las masas que no lo votaron en primera vuelta y fueron a votarlo en la segunda para evitar que gane el pinochetista Kast. Pero su ascenso al poder no significo un cambio para las masas. Siguió la represión a los estudiantes y a las comunidades mapuches, reforzó a los Carabineros y demás fuerzas represivas, garantizo la continuación de la jubilación privada, etc. Viene a recauchutar con medidas cosméticas a un régimen quebrado contra los reclamos de las masas. Esto ha producido un repudio y desmoralización en amplios sectores de la vanguardia luchadora.  Ahora es probable que pierda el referéndum convocado, para hacer aprobar una “constitución” conservadora contra el pueblo. El Apruebo, en la medida en que la nueva constitución no toca ninguno de los pilares del “régimen de los 30 años”: ni la educación, ni la salud privada, ni las AFP, no despierta la movilización popular. E incluso amplios sectores que votarían el Apruebo lo harían con total desconfianza por un hipotético mal menor. Las masas rebeldes no se sienten reflejadas por esa constitución, a la que entienden como un intento de clausurar el ciclo rebelde. El mismo fenómeno creo que se va a dar con Petro en Colombia. La rebelión como método hoy es una realidad política práctica en América Latina: además de Chile y Colombia, Ecuador, Nicaragua, Perú, las propias movilizaciones en Cuba.

 

           ¿Y Brasil?

Brasil por supuesto es clave, pero ahí Lula está armando claramente un frente popular de conciliación de clases con la burguesía e incluso sectores de la derecha. Un frente antiBolsonaro, como en Argentina fue el frente antimacrista, con acuerdos con la derecha más ortodoxa y el gran empresariado, para intentar imponer nuevos y fuertes ajustes contra las condiciones del pueblo trabajador. Cosa que sectores amplios de la burguesía y del imperialismo consideran que Bolsonaro ya no podría imponer sin provocar el estallido social. Lula, subirá para intentar bloquear esta perspectiva de lucha y revolucionaria.  Creo que las masas trabajadoras latinoamericanas van a protagonizar nuevas rebeliones, y el papel de la izquierda debe ser el de encauzar esas luchas en la perspectiva de poner en pie gobiernos de la clase trabajadora, los únicos que pueden desarrollar en profundidad, como planteaba Trotsky, una auténtica unidad latinoamericana. Para eso, la izquierda debe estructurarse política y organizativamente en forma independiente del nacionalismo burgués y el frentepopulismo.

 

 

¿Cómo ve usted el futuro de Cuba? ¿Cree posible una salida socialista a la crisis cubana?  

 

Creo que las marchas del 11 de julio representaron una reacción al proceso restauracionista que comanda la burocracia del PCC y que implica un “ajuste” con la pérdida de conquistas sociales de la revolución y su avance hacia la restauración capitalista, como hicieron las burocracias rusa y china. No se trata de marchas contrarrevolucionarias y proimperialistas, como sostiene el gobierno. Y creo, por lo que veo en las protestas por los cortes de luz u otras marchas parciales que se van produciendo, que la clase trabajadora está tomando el método de la movilización como una vía de lucha. La combinación de esas luchas con el desarrollo político de la izquierda critica cubana, en la que Comunistas juega un papel, creo que es la clave para una salida basada en la necesidad de un gobierno de trabajadores, de la democracia obrera y el control de la economía por parte de los trabajadores, que posibilite en Cuba un desenlace diferente al que se produjo en los ex estados obreros de Europa del este o a la salida comandada por la burocracia china. Así que si, no sólo creo que es posible una salida socialista para Cuba, sino necesaria como alternativa tanto al restauracionismo de la burocracia como a la contrarrevolución, sino que además creo que una salida socialista para Cuba, apoyada en la tradición revolucionaria de su clase obrera, en la revalorización de la crítica del Che al proceso de burocratización y la repercusión que tienen entre la juventud trabajadora las ideas de Trotsky, es clave a la hora de recuperar las perspectivas mundiales de la revolución socialista.

 

 

¿Qué mensaje enviaría usted a la clase trabajadora cubana?

 Soy consciente de las dificultades que existen en Cuba por la censura y la represión para llevar adelante cualquier actividad política independiente. Teniendo en cuenta esto, creo que la salida pasa por la organización política y sindical independiente de la clase trabajadora, para luchar para que los trabajadores puedan desalojar a la burocracia restauracionista y tomen en sus manos la conducción del estado, y motorizar una reorganización social y política de la isla que privilegie el interés popular. O sea: un auténtico gobierno de trabajadores y un relanzamiento socialista de la revolución cubana que vuelva a poner a la isla revolucionaria en el centro de la atención y las esperanzas de los oprimidos del mundo, como parte de una lucha estratégica por el socialismo en todo el mundo.

 

La presente entrevista ha sido realizada en colaboración con la revista digital argentina Estación Finlandia y especialmente el trabajo conjunto de su coordinador Luis Brunetto, con quien Comunistas también produce el podcast Estación Habana Buenos Aires.


En la próxima entrega de Exclusiva para Comunistas la primera entrevista de Miryam Bregman a un medio cubano: 

"Protestar ante el deterioro de las condiciones de vida no es ser contrarrevolucionario sino ejercer un derecho elemental ante las consecuencias del despotismo burocrático"