Pareciera imposible que en Cuba el 2022 termine sin protestas como las del 11 de Julio. La crisis económica, el desabastecimiento, la dura escasez de alimentos, la inflación y la continua caída de la popularidad del gobierno cubano crean un fermento propicio para un nuevo estallido social. Sin embargo, la represión lanzada contra quienes fueron apresados el 11 de julio, sus consecuencias políticas y laborales -muchas de ellas y ellos despedidos, incluso sus familiares, convertidos políticamente en parias-, las desmedidas sentencias penales contra parte de los detenidos y un reforzado nuevo Código Penal, han servido como factor disuasorio. A esto se le debe agregar que existe una amplia despolitización y desmovilización entre la clase trabajadora cubana, un fenómeno político el cual lastimosamente crece con fuerza dentro la juventud. Además, el gobierno cubano sabe que se ha librado de miles de potenciales manifestantes al ver cómo ha llegado a Estados Unidos, atravesando la frontera con México, más del 1% de la población cubana, en su mayoría jóvenes.
Sin embargo, dar por sentado que el actual crítico escenario que atraviesa Cuba se mantendrá apacible, es no confiar en la fuerza de la clase trabajadora. La burocracia cubana se tapa los ojos, intentando desacreditar las protestas del 11 de julio, clasificándolas ahora como un “frustrado intento de golpe vandálico o golpe blando”. De esa manera, el gobierno cubano desconoce cuáles fueron los factores económicos y políticos que detonaron las protestas del 11 de julio, las cuales espontáneamente estallaron a nivel nacional.
Recientemente, la clase trabajadora de Sri Lanka pasó por encima de la represión y echó abajo al gobierno. Sin embargo, como siempre sucede cuando las protestas populares no están conducidas por una organización marxista, la rebelión no deriva en Revolución y se termina imponiendo un nuevo gobierno burgués. Que Sri Lanka sirva de aprendizaje, tanto para la clase trabajadora cubana, nuestra izquierda crítica y el gobierno.
Durante el año transcurrido desde el 11 de julio de 2021, el gobierno cubano ha hecho creer a una parte de la población que quienes salieron a protestar eran contrarrevolucionarios y revolucionarios confundidos. Al mismo tiempo, los voceros de la burocracia satanizan en redes sociales cualquier manifestación de apoyo al 11 de julio. Ejemplo reciente de ello son los continuos ataques contra la revista digital de izquierdas, La Joven Cuba y las detenciones que algunos socialistas cubanos han sufrido solo por el hecho de solidarizarse con los detenidos del 11 de julio. A su vez, la burocracia cubana ha lanzado ataques contra los trotskismos internacionales, pues estos han sabido estar con la clase trabajadora y no como las organizaciones estalinistas quienes también se han dedicado a demonizar desde el extranjero las protestas del 11 de julio.
Salvo minoritarias organizaciones, la mayoría de los trotskismos supieron ver en el 11 de julio una protesta no orgánicamente anticapitalista, pero sí de carácter popular. Esto se debe a que los trotskismos luchan porque la clase trabajadora llegue al poder y no como el estalinismo y sus derivados, quienes simplemente se quieren convertir en gobierno -no importa si es ocupando ministerios en un gobierno como el de Gabriel Boric que reprime al pueblo mapuche-. Comunistas siempre condenará los ataques que la burocracia y el estalinismo lance contra la izquierda crítica cubana y envía un saludo revolucionario a las organizaciones y militantes trotskistas que han echado pie en tierra con quienes fueron detenidos el 11 de julio.
Si bien tras el Evento Internacional León Trotski celebrado en La Habana en mayo de 2019, y tras el nacimiento de Comunistas, los trotskismos desembarcaron en Cuba para no retirarse jamás, el 11 de julio reforzó los vínculos de estas organizaciones revolucionarias con la clase trabajadora cubana, principalmente con la izquierda crítica. El 11 de julio sirvió para radicalizar el pensamiento socialista de miles de jóvenes cubanos. En este largo y paulatino proceso político de concientización ideológica los trotskismos también han jugado un importante papel. Si existen en Cuba “revolucionarios confundidos” no son los jóvenes socialistas que salieron a protestar el 11 de julio y hoy leen detenidamente La Revolución traicionada, sino aquellos sinceros marxistas que aún ven en la burocracia capitalista cubana un gobierno que intenta construir el socialismo.
La burocracia cubana afianza cada vez más sus vínculos con el sector de la economía privada. Los dirigentes cubanos o sus familiares cercanos se convierten en propietarios de negocios privados, a la vez que desde el gobierno, incluso empleando la prensa oficial, se legisla a favor del crecimiento de la burguesía y se le propagandiza. Ya en el proyecto de Constitución de 2019 esa misma burocracia propuso retirar de la Carta Magna que Cuba se proponía construir el comunismo. Fue la presión popular de la clase trabajadora la que logró restituir en la Constitución de 2019 el propósito expreso de construir el comunismo. Sin embargo, esto no significa que la burocracia corrigió su rumbo dengxiaopinista. Por el contrario, aprovechó la pandemia para imponer de manera inconsulta la Tarea Ordenamiento, reprimió las protestas populares del 11 de julio y da fuerzas a la nueva burguesía. Quien vea en esa burocracia un gobierno que intenta construir el socialismo es un revolucionario confundido.
Los que se alzaron el 11 de julio fueron humildes del pueblo hartos de la crítica situación que se vive. Aunque se dieran hechos contrarrevolucionarios aislados, el 11 de julio no es de lamentar, sino para fomentar un espíritu crítico pues la izquierda crítica no ha sabido hegemonizar el descontento de la clase trabajadora, ni llevar a las mayorías populares una propuesta real de socialismo. Comunistas exigió y exigirá siempre la liberación de los detenidos el 11 de julio que sin ningún vínculo con organizaciones derechistas aún hoy cumplen sanción y han sido condenados a penas desmedidas. Nunca Comunistas se aliará con ningún grupo derechista, ni reclamará por sus representantes. La Revolución no se construye con la contrarrevolución y sí creando conciencia en la clase trabajadora.
Las condiciones que propiciaron la explosión del 11 de julio tienen su origen en una crisis económica provocada por el desplome de la industria del turismo -principal sostén de una economía ya débil en 2019- y el recrudecimiento del bloqueo estadounidense, pero también tiene un gran peso la mala gestión del gobierno. En 2021, cuando explotaron las protestas, marcadas por un grave desabastecimiento de alimentos y medicamentos en el momento más difícil de la pandemia, el gobierno cubano destinó más del 50% del presupuesto al turismo; industria para ese momento casi inexistente y de la cual se sabía que pasarían años para recuperarse.
Las condiciones que llevaron al levantamiento espontáneo del 11 de julio no se han resuelto, en muchos casos han empeorado. La guerra ruso-ucraniana ha impactado duramente en la economía cubana, provocando ahora el desabastecimiento de combustible y agravando la escasez de alimentos. Sin embargo, el gobierno cubano sigue sin darle a la crisis una solución eficaz, apostando aún más por el turismo, una industria que demorará años en crecer. Entre enero y mayo de este año solo habían arribado a Cuba poco más de medio millón de turistas. Al mismo tiempo, la burocracia cubana está propiciando el desmonte de la gastronomía estatal, la cual, si bien ineficiente, es una traición capitalista fomentar en su sustitución al sector privado de los servicios. De ese modo, es la burguesía quien termina acaparando alimentos los cuales vende a precios casi imposibles de asumir por las mayorías populares. Mientras la burocracia y la burguesía, sus familiares, acólitos y representantes disfrutan en bares lujosos, restaurantes y hoteles, muchas veces humildes familias trabajadoras cubanas ni siquiera tienen pan porque el sector privado lo revende a precios imposibles de comprar regularmente.
La clase trabajadora cubana no tiene cómo controlar las decisiones de la burocracia y los gobernantes siguen hablando en consignas. Esto ha provocado que entre la juventud cubana crezca la apatía política y el rechazo al marxismo, pues identifica el socialismo en el discurso y las prácticas de la burocracia.
Irreformable, la burocracia cubana no permitirá que la clase trabajadora le controle sus decisiones políticas y económicas. Solo en el socialismo la clase trabajadora cubana podrá tener una solución a la crisis actual, y ese socialismo, el verdadero y por construir, únicamente se puede realizar desde la democracia obrera y el control de los medios de producción por parte de la clase trabajadora.
¡Viva la clase trabajadora cubana e internacional!
¡Por una nueva Internacional Comunista!
¡Hacia el Comunismo!
Comité Editorial de Comunistas, mediodía del lunes 11 de julio, 2022