"Nunca hubo una plataforma común, ni objetivos comunes definidos. No hubo una gran convocatoria previa a las calles, ni grandes líderes que movilizaran. Más bien, fue una protesta inespecífica, un estallido de rabia contra la difícil situación actual". Por Maru H. estudiante cubano de medicina, ayudante de siquiatría.
Analizando la coyuntura, creo que buena parte del impulso de las manifestaciones ya se perdió, y tendría que pasar algo muy grande para volver a encender la situación. Podría abordarse metafóricamente como una cuestión de física de los gases. La crisis actual, agravada por la pandemia, ha aumentado la “temperatura” en nuestro país, y así lo ha hecho la presión en la población, hasta que finalmente se abrió una brecha en las paredes del recipiente al que llamamos Cuba. Tras liberar un poco de presión interna para que nuestro usualmente hermético e inflexible recipiente no estalle por completo, la brecha fue cerrada a base de fuerza bruta, y con el paso de los días hemos comenzado a volver poco a poco a nuestra rutina habitual… por ahora.
Muchas lecciones nos dejan los acontecimientos recientes. Nunca hubo una plataforma común, ni objetivos comunes definidos. No hubo una gran convocatoria previa a las calles, ni grandes líderes que movilizaran. Más bien, fue una protesta inespecífica, un estallido de rabia contra la difícil situación actual, que fue aprovechado por toda clase de oportunistas para promover sus propias agendas. Al apropiarse de la palabra de la población, una vez más, relegaron nuestras voces individuales y colectivas a un segundo plano, mientras unos y otros las utilizaban a voluntad para defender posturas con las que la mayoría no se identifica. De este crimen es tan culpable el gobierno como la oposición tradicional, que tan unidos y similares parecen en el afán de quitarnos la voz, tomar los pedazos de la realidad que más los favorecen y hablar por nosotros ante el mundo, con tal de consolidarse como los “legítimos” representantes de la voluntad del pueblo cubano.
Por lo pronto, seguimos atentos, pues los escapes de gas siempre son señal de que algo anda mal con el recipiente, en lo que bien pudo ser un capítulo más de alivio transitorio, o el preludio de algo mucho mayor que vendrá. Después de todo, los remaches están obsoletos, y la temperatura no deja de aumentar.
Sea como sea, las concepciones que se rompieron el 11 de julio estarán rotas para siempre. Cuba no volverá a ser la misma. El recipiente nunca regresará a su estado original, por muchos parches que se usen para cerrar las brechas una y otra vez. Atrasar lo inevitable no es una solución. Ya se vio que muchos de los de abajo no quieren. Los de arriba… ¿pueden?
¡Seguiremos informando!
A Comunistas continúan llegando colaboraciones sobre las manifestaciones del 11 de julio. Estamos abiertos a recibir todos los textos de quienes quieran expresarse y no encuentren su espacio ni en los medios estatales y privados.