A propósito del último show anticubano, la respuesta del MINREX, y de una opinión que no me publicó Cubadebate.
El héroe cubano René
González, exmiembro de la Red Avispa, habla sobre la periodista cubana a quien nuestro Gobierno le prohibió entrar al país: “y
si quiere venir a Cuba, pues no le niego su derecho”.
René González Sehwerert (tomado de su página oficial en Facebook)
El
pasado 18 de marzo, a la periodista cubana Karla Pérez, quien regresaba a La
Habana desde Costa Rica vía Panamá, las autoridades de La Habana le negaron la entrada al país. La cancillería
argumentó que le prohibían regresar a Cuba porque ella formaba parte de una
campaña contrarrevolucionaria. Karla había sido expulsada de la Universidad
Central de Las Villas, Santa Clara en 2017 por ser miembro de una
organización derechista. La criticable decisión gubernamental ha generado un gran debate nacional. Entre
ellas la de René González.
Tenemos toda la razón del mundo. Somos víctimas por más de 60
años. Se nos han aplicado todos los esquemas criminales que puede concebir el
imperio más perverso de la historia; y luego de todo eso me temo que a veces
les permitimos, con el apoyo de toda su maquinaria hegemónica, convertir a las
víctimas en victimarios y viceversa.
Queda en el aire la respuesta a la línea de mensaje que persigue
proyectar hacia el mundo todo este show: “El gobierno cubano impide a una
ciudadana ingresar a su propio país, violando el derecho humano a la libertad
de movimiento”.
La explicación de que “esta ciudadana emigrada cubana, con
varios años fuera del país, son conocidos los estrechos vínculos con su mentor
Eliécer Ávila y con otros. Ella es un instrumento. No es la primera vez que
utilizan este tipo de manejos y tácticas para acciones fuera de la ley y
desestabilizantes contra Cuba”, y de que “No fue casual su estancia en Costa
Rica donde hay elementos y grupos, incluso un diputado que mantiene relaciones
con grupos violentos de Miami”; no reúne el criterio legal para que evitemos
los propósitos maliciosos de todo este montaje. Ante los ojos de los medios que
hoy controlan lo que la gente cree, piensa y dice, ávidos de absorber y
amplificar cualquier patraña que se teja contra Cuba, la señora de marras será proyectada como una víctima del gobierno cubano. Estos shows se convertirán en
costumbre si no salimos del círculo vicioso en que hemos caído en relación a
estas estratagemas de la contrarrevolución.
Tenemos todo el derecho de defendernos, de legislar y aplicar
las leyes resultado de esa legislación. Tenemos todo el derecho a tipificar las
conductas de quienes a conciencia trabajan como agentes de la política criminal
de los Estados Unidos contra Cuba, y de aplicar las leyes que emanen de esa
tipificación. Es el mismo derecho que habrán tenido Inglaterra o la Unión
Soviética de juzgar y sancionar a un nacional que sirviera de vocero, bajo el
ministerio de propaganda de Goebbels, a las políticas de la Alemania nazi
durante la II Guerra Mundial.
En estos mismos momentos, en España hay músicos cumpliendo
cárcel por mucho menos. En los Estados Unidos, la palabra dicha en el momento
equivocado por un borracho en cualquier parte puede servir para encarcelarle
por conspiración para cometer magnicidio o incitación al terrorismo.
Tipifiquemos las conductas constituyentes de delito que tenemos
derecho a considerar como parte de la política criminal de los Estados Unidos
contra Cuba. Si usted usa los medios para incitar a la violencia, apoyar el
genocidio contra su pueblo que constituye el bloqueo, calumniar al país para
justificar a los victimarios o apoyar el terrorismo, ese pueblo tiene todo el
derecho de defenderse decretando las leyes pertinentes, más aún si ese medio
recibe dinero del gobierno criminal que nos agrede. Si usted se convierte en
instrumento de cabildeo para justificar las agresiones del segmento fascista contra
su pueblo en un parlamento extranjero, ese pueblo tiene derecho a defenderse.
Si usa la mentira o la calumnia ese pueblo tiene derecho a considerarlo una
agravante. Es perfectamente posible hacerlo, aun trazando con precisión y
claridad la fina línea entre el legítimo derecho a la opinión, sea cual sea, y
la conducta criminal que aquellos hechos implican. Esos últimos, a diferencia
de la opinión, persiguen un resultado concreto, que daña al pueblo escogido
como víctima.
Y si quiere venir a Cuba, pues no le niego su derecho. Sólo le
advierto que en los tribunales le espera un merecido proceso, con apego a las
leyes y como resultado de su conducta criminal, y un juicio abierto, público y
transparente.
No podemos seguir cuidando a la gente en sus casas, o negándoles
la entrada a su país, para alimentar una maquinaria de propaganda criminal que
rueda sobre una ola de revanchismo reaccionario cuyo fin nadie ve venir.
Estamos tratando de construir un estado socialista de derecho en medio de un
mundo de capitalismo arbitrario. Hagámoslo de una vez.