La solución
no es cerrar las empresas estatales en quiebra sino entregarlas a quienes
trabajan en ellas. La clase trabajadora no debe pagar la ineficiencia de la
burocracia.
Próximo
paso en Cuba: desemplear 300mil personas
La solución
no es cerrar las empresas estatales en quiebra sino entregarlas a quienes
trabajan en ellas. La clase trabajadora no debe pagar la ineficiencia de la
burocracia.
por Yaíma Rodríguez
Tras eliminar la mayoría de las gratuidades -al menos sin tocar la salud y educación gratuita
y universal-, elevar los precios del sector estatal en cuestiones tan elementales
como el transporte público (en La Habana se elevó al 500%), suprimir la subvención de la canasta básica financiada por el Estado y el almuerzo de los
trabajadores, ahora el Gobierno anuncia el cierre de empresas, las cuales dantrabajo a 300 mil personas.
El
pasado 14 de octubre, el jefe de la “Comisión Permanente para la Implementación
y Desarrollo”, Marino Murillo Jorge informaba que “en el sector gastronómico no
habrán más subsidios para asumir pérdidas. Si dan pérdidas cerrarán”. Tres
meses después, este 11 de enero, el mismo funcionario recordó “que habrá empresa que no serán rentables”,
las cuales “ocupan aproximadamente a 300 mil personas”.
La
pregunta que se impone es cuál será el destino de esas 300 mil personas. Ante
ello, la mejor respuesta que pudiera dar el Gobierno, sería no cerrar esas
empresas sino entregarlas a quienes trabajan en ellas o sea, socializar
verdaderamente los medios de producción.
Sin
embargo, la medida económica presentada por Murillo, no solo está enfocada en
generar eficiencia en el sector estatal, sino también dirigida a crear
condiciones para la expansión del sector privado de la economía. No es secreto
para nadie que se tiene planificado una política de expansión del sector
privado y, por tanto, si este crece, necesita más fuerza de trabajo. Visto de
manera ingenua, el Gobierno se desentiende de 300 mil personas las cuales
deberían ser acogidas de manera inmediata en el sector privado. Todo debería
ser una cuestión de mero trámite.
Pero uno
de los principales problemas radica en que el sector privado no ha crecido aún lo
suficiente y, debido a la crisis económica, es evidente que habrá de demorarse
algo. Salta entonces otra vez la pregunta de cómo vivirán estas 300 mil
personas y sus familias en lo que el sector privado decide –y puede- contratarlas.
Para la trabajadora, el trabajador y le trabajadore, ese tránsito estará
marcados de angustias. Tampoco es que el sector privado esté obligado a
contratar a cada una de esos 300 mil desempleados. Como también hay que ver
cuál es la oferta de trabajo que propondrá la burguesía a sus futuros
explotados.
Por
ello, todo apunta a que no es la autogestión lo pensado para solucionar el
destino de esas 300 mil trabajadoras y trabajadores.
Encontrarse
en el paro es algo traumático. Salvo casos puntuales, cada una de esas futuras 300
mil personas desempleadas tienen familias. Por si fuera poco, vivimos una
situación crítica. No solo subieron los precios en el sector estatal, sino que
la misma crisis vivida ya durante el 2020 hizo que el costo de los alimentos en
el libre mercado se dispararan. Por no hablar de quienes tienen hijos pequeños
y necesitan comprarle la ropa y los zapatos para ir a la escuela.
Todo
esto, sin detenernos en los conflictos y necesidades puntuales, o subjetivas y
espirituales de esas cubanas, cubanes y cubanos que se quedarán sin trabajo. No
olvidemos que en este análisis solo se tiene en cuenta los conflictos básicos
de estas 300 mil personas como una masa y no reparando en todos los dilemas
individuales, los cuales como seres humanos, viven estos futuros desempleados
¿Cómo estarán viviendo hoy quienes presumen que mañana se quedarán sin trabajo?
¿Cómo será la espera de quien teme mañana ser despedido y arrojado a la crisis
económica más grande que vive Cuba en 30 años? ¿Cómo será ese amanecer de la
persona que despierta y ve que ya no tiene a dónde ir?
La
clase trabajadora no tiene culpa de las ineficiencias de la burocracia. Si
estas empresas que ahora cerrarán no son rentables, no es precisamente porque
fallaron las decisiones de las trabajadoras y trabajadores, sino por la mala
gestión de la administración.
Evidentemente, quienes justifican las actuales medidas económicas pueden desayunar, almorzar y comer, como también pagar el ómnibus y no temer que ellos, ni sus padres, se queden sin empleo. Cabe preguntarse si, quienes hoy con tanta fuerza atacan a los intelectuales “pagados por Soros”, lo harán igual contra la decisión de despedir 300mil trabajadores ¡Qué bien prepara su mascarada el pequeñoburgués!
"Y qué estamos haciendo nosotros? Hipotecando la moral de la Revolución! Así no se hizo la Revolución!
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