Comunistas dudó en pronunciarse al respecto de los hechos sucedidos el pasado 27 de enero frente a las puertas del Ministerio de Cultura. Sin embargo, este trabajo -publicado originalmente en el perfil de Facebook de la autora- refleja por completo nuestra posición.
A mis hermanxs de todas las batallas por el Socialismo, de las certezas, las dudas y las contradicciones.
Por: Eva María Guerra González, joven cubana marxista y feminista, radicada temporalmente en Argentina. Militante del Proyecto Nuestra América.
Cuba, como muchxs saben, sigue estando geográficamente lejos de mí. Y digo geográficamente, porque en cualquier rincón de un libro o de la casa; te tropiezas siempre con un recuerdo, con una palabra, un aroma a café o un mensaje de es@s personas imprescindibles que te cuentan la vida mientras hacen la fila para el pollo o la farmacia. Porque la Revolución también ha sido espera interminable por tiempos de más abundancia material con justicia social, mientras cala profundamente en lo cotidiano, en ese espacio en que mi madre volvía del pediátrico tarde porque había llevado a un alumno y su padre aún no llegaba a cuidarlo, mi tía anda siempre sin ajustadores y con la panza al aire sin preocuparse jamás por la gordofobia, la celulitis y otras opresiones, mi abuela a mi primera duda de embarazo, sin que se le moviera una pestaña dijo: de ser, se arregla urgente, tú tienes que estudiar y seguir siendo libre; mi abuelo relataba Angola y las pobrezas indescriptibles de nuestra América; y mi tío guitarreando a Violeta, Mercedes, Serrat, Silvio, Chico, Víctor Jara y muchxs de lxs que le han cantado a la igualdad, la justicia y la libertad.
Por tanto, toda noticia que recibo de mi admirada y amada tierra pasa por muchos filtros, incluso el de la distancia, que hace que la información sea recibida como si estuviera en un valle; a través de ecos, algunos muy cercanos y otros escalofriantes, como los de los medios hegemónicos de comunicación.
Hoy las redes estallaron hablando una vez más de ti, para desnudarte y humillarte, mezclando palabras atroces y hermosas, con la ligereza con la que muchas veces se adivinan en la sopa de palabras de la revista semanal. Desaparecidos, feminismo, diálogo, dictadura, opresión, arte, libertad, movimiento, derechos, cambio, mujer, armas… Y esa telaraña discursiva se convertía de a poco en un puño gigante que noqueaba a Teófilo Stevenson. “La oposición busca victimizarse, en lo que capitaliza todos los reclamos derivados de los procesos de autocrítica revolucionaria.” Me devolvía hoy un compañero, de esos que escupe naturalmente la praxis militante como si fuera innata. “La unidad no se hace desde lo que pensamos que debemos tener, sino desde lo que es posible construir.” Sentenciaba (5 años atrás) otro; un ser poderoso que atraviesa el tiempo y la coyuntura para construir aprendizajes que intercambian con el futuro.
De lo jornada de hoy me queda, cual flash back, la mano del opresor disfrazada de amiga contando los 10 segundos mientras Stevenson tiraba un manotazo como quién se siente ahogado en la derrota. Me quedan muchas preguntas de respuestas urgentes: ¿Qué tenemos que modificar? ¿Por qué ellxs lo hicieron de esta manera? ¿Cuál fue el saldo político de este evento? Y la sensación de que fueron ellxs los que construyeron el relato en la agenda política de los próximos días.
Sin embargo, bien sabe Stevenson que una batalla no es la guerra, que no está solo, que nunca se está lo suficientemente preparado ni se ha calculado todo, y hay que ejercer más la humildad, porque ningún faro se ilumina a sí mismo, deberemos estudiar a profundidad a otrxs luchadorxs en el continente y la sofisticación de las peleas que libramos en la actualidad. Advierte también que hoy es 28 de enero y que las calles y el aire se llenan de otras esencias, antorchas, Martí, Patria, Humanidad. Pero sobre todo sabe, que sólo habrán ganado la batalla final si logran que nos odiemos profundamente, que no nos abracemos más, nos hagamos el amor, nos contemos las intimidades, nos llamemos amigxs, compañerxs; que no nos acurruquemos en el balcón detrás del humo del cigarro, después de haber sorteado libros, revistas y un día de trabajo voluntario (porque el salario no alcanza) para seguir soñando y fundando ese Socialismo posible.
No sé si Waslala existe, pero no importa porque sirvió para seguir leyendo el libro; como el Socialismo sirve, en la medida que se aleja a cada paso, para eso, para seguir caminando.
Buenos Aires, 28/01/2021