Por: Tano Nariño II
El Grupo de Septiembre, y el llamado marxismo analítico, es uno de las grandes ausentes en el ámbito marxista cubano. En una época de crisis, ignorar nuevas herramientas es tan subdesarrollado como pensar que estas son la respuesta definitiva.
Hace dos años exactamente, nos abandonó
físicamente Erik Olin Wright. Al igual que otros pensadores del denominado
Grupo de Septiembre, no es todo lo conocido y divulgado que debería en nuestro
país.
Erik pertenece a los pensadores del denominado
Marxismo Analítico, una corriente que intenta, a la luz de la teoría social
contemporánea, actualizar los textos de Karl Marx y esto implica, por lo tanto,
una crítica mordaz a sus teorías, solo a partir de una purificación al estilo
platónico, esto es, “separar lo mejor de lo peor, para guardar lo primero y
desechar lo segundo” (El Sofista 226
d).
En
su caso, podemos hablar de marxismo autentico, porque ser marxista no es
repetir como un papagayo las tesis tal y como fueron escritas, sino todo lo
contrario, someterlas a examen crítico. Los marxistas analíticos son marxistas
en este sentido, no repiten lo que dijo Marx, buscan en él pistas que los
ayuden a pensar sobre la realidad que vivimos; y además, son marxistas en otro
sentido no menos importante, se preocupan por la claridad de sus textos. Cuando
se lee a Gerard Allan Cohen, Jon Elster, Adam Przeworski, Philp Van Parijs,
Robert Brenner, John Roemer o a Erik Olin Wright, uno se da cuenta de que hay una intención en
que sus libros sean leídos, no solo por los académicos especializados o alumnos
universitarios, sino por todo el mundo. En este sentido, son también herederos
de Marx.
(…)
Acción
Socialista transformadora
Las tesis sobre la acción socialista
transformadora de Wright se encuentran en su libro Construyendo Utopías Reales (2014, Akal), el cual, más que un libro,
es un proyecto. Fue cocinado durante los viajes de Wright a lo largo de
universidades de todo el planeta y su objetivo principal es pensar en
alternativas deseables, viables y factibles al capitalismo, o por lo menos
instituciones que sin sustituir al sistema capitalista aumenten la habilitación
social.
¿Cómo nos puede ser útil una teoría de
la transformación social dirigida a la transición al socialismo viviendo en una
sociedad socialista?
Primero, habría que hacer unas
aclaraciones terminológicas, y es que para Erik Olin Wright la nuestra no sería
una sociedad socialista, sino, como hemos dicho antes, una sociedad estatista,
e incluso, aceptando que vivimos en una sociedad socialista, tendríamos muchas
cosas útiles que aprender de lo que nos cuenta Wright.
¿Por qué según E.O.W nuestra sociedad
no sería una sociedad socialista?
Debemos empezar diciendo que para
llevar a buen puerto los proyectos emancipatorios de la teoría socialista,
habría que, citando a Wright, tomarse en serio lo social del socialismo ¿Y esto
qué significa? Esto significa que el socialismo consiste, por encima de todo,
en aumentar de cualquier forma posible el poder social, aquí entendemos con
poder social a la capacidad de movilización, participación y toma de decisiones
de la sociedad civil de forma completamente libre y voluntaria. Esta capacidad
para decidir de la sociedad civil, movilizada y organizada vigorosa y
libremente, puede ser sobre el Estado, sobre el poder económico o sobre la
economía directamente.
Para Wright existen tres tipos de
sociedades posibles en dependencia del tipo de poder y propiedad que predomine
en ellos, podemos hablar de:
Capitalismo, cuando los medios de
producción son propiedad privada y las decisiones sobre el empleo de los
recursos las toma el poder económico.
Estatismo, cuando los medios de
producción son propiedad estatal y las decisiones sobre el empleo de los
recursos las toma el poder estatal.
Y Socialismo, cuando los medios de
producción son propiedad social y las decisiones sobre el empleo de los
recursos las toma el poder social.
Sin duda nuestra sociedad es
principalmente una sociedad estatista, y es estatista en cuanto el Estado tiene
bastante autonomía con respecto al poder social. Si estuviéramos hablando de un
Estado plenamente habilitado socialmente, entonces sí podríamos afirmar que, a
pesar de que la actividad económica la dirige el estado, este, en última
instancia, es dirigido por el poder social, por lo que no habría contradicción
entre Socialismo y Estatismo, serían la misma cosa, pero por desgracia no es
así.
Todo esto ya lo sabíamos, y Wright realmente
no nos dijo nada nuevo, lo realmente interesante es lo que propone para cambiar
esta situación, y esto sirve tanto para las sociedades capitalistas, estatistas
o incluso para las socialistas.
La habilitación social, como habíamos
dicho antes, puede ser sobre el Estado, sobre la economía o sobre la propia
sociedad civil. Wright nos dice que no basta con democratizar el Estado, hay
que llegar a formas de autogestión económica y
es fundamental aumentar el vigor de la sociedad civil, que no habrá
habilitación social en el Estado o la economía sin una sociedad civil fuerte,
con disimiles organizaciones, agrupaciones y colectivos sobre los más diversos
temas y para los más variados objetivos, y que no hay participación sin que la
gente no salga de determinado individualismo idiota, en el sentido etimológico
de la palabra idiota, esto es, no preocuparse por los asuntos públicos.
Habilitación social en el estado.
Lo realmente fascinante y esperanzador
de las propuestas de habilitación social esbozadas por Erik, es que la mayoría
de ellas ya se han probado, por lo que no se puede decir que estamos hablando
de fantasías y sueños hippies.
Estamos hablando de experiencias reales y fructíferas que pueden repetirse.
Wright dice que el tema de la
habilitación social en el Estado, es el tema de la democracia, y nos exige una
cosa que ya nos había pedido antes, no cerrarse en banda ante ningún
esquematismo, es decir, no dar por sentada ninguna idea sin antes reflexionar
sobre ella. Para Wright existen tres tipos principales de democracias, las
representativas, las participativas y las asociativas. El problema, dice Wright
no es elegir entre las tres, sino intentar mezclarlas, usarlas todas y aumentar
el poder social en cada una de ellas. No es incompatible la democracia
participativa y directa con la representativa, se pueden conjugar incluso en el
mismo entramado jurídico y político. Por ejemplo, Wright nos habla de la
experiencia de los presupuestos municipales de Porto Alegre, esta experiencia
consistió, dicho rápidamente, en la decisión por parte de los vecinos de esa
ciudad brasileña de analizar colectivamente en qué se gastaban los presupuesto
municipales. Para ello se reunían en asambleas donde se deliberaban las
diferentes opciones, delegados elegidos por los vecinos participaban en la
elaboración de los proyectos, y estos finalmente eran aprobados por
votación. Esta experiencia de democracia
directa y participativa no es incompatible con la democracia representativa,
sino complementaria. Se pueden seguir eligiendo diputados a los parlamentos
para que realicen tareas legislativas, de control, administración y demás, y
por otro lado habilitar a las personas para que decidan y participen en la
resolución de sus problemas y aspiraciones mediatas e inmediatas.
Otras propuestas interesantes de
habilitación social, que solo mencionaré, pero que son muy sugerentes son la
tarjeta patriótica de Ackerman, las asambleas de ciudadanos elegidos al azar de
Columbia Británica y la economía social de Quebec.
Habilitación
Social en la Economía
El problema de la habilitación social
en la economía, es el problema del poder y el control social sobre los recursos
de una sociedad. Los teóricos del socialismo siempre han hablado de este
tópico, porque en sí es el gran tópico de la teoría socialista, pero casi nunca
se han propuesto medidas concretas. Siempre se habla de poder obrero, de
control proletario, de todo el poder para los soviets, pero hacen falta
instituciones, hacen falta acciones concretas, Lenin en El Estado y la Revolución (1919), hablaba vagamente de algunas
medidas que nunca se llegaron aplicar vigorosamente, como el poder de
revocación ejercido por los obreros sobre los expertos y burócratas, y el
salario igualitario. Pero estas medidas solas, no resuelven el problema, en el
campo de los principios sabemos qué hacer, pero en el campo de la acción
estamos un poco oxidados ¿acaso hoy nos podemos contentar con nuestra
experiencia de 60 años y la de los antiguos países socialistas de Europa del
Este? ¿Acaso es esto factible, viable o deseable?
Wright no viene a resolvernos el
problema con una varita mágica, pero nos viene a ofrecer algunos ejemplos de
proyectos que se han llevado a cabo y otros que no, pero que se podrían
realizar. Solo los mencionaré rápidamente, la información sobre ellos abunda en
Internet, esto solo es una invitación a revisar experiencias que han ocurrido,
sin olvidar las nuestras, pero sabiendo que estas últimas son, imprescindibles,
pero insuficientes para profundizar el poder social.
Cooperativas de mercado de Mondragón,
Socialismo de Mercado de John Roemer, Planificación descentralizada Parecon deMichael Albert, Capitalismo social renano, Cibercomunismo planificacióncentralizada con TICs y Renta Básica Universal.
Quería finalizar diciendo que nos
encontramos en un momento de bifurcación en nuestra historia patria, sería
ingenuo pensar que el modelo de socialismo estatista que tenemos hoy es
deseable, lamentablemente el problema nuestro es siempre un problema de
geopolítica, Cuba tiene una serie de limitaciones externas que son obra del
Imperialismo del norte, pero no podemos seguir pensando que se pueden
sacrificar toda una serie de libertades en nombre de la unidad de una plaza
sitiada.
¿Qué provecho obtendrá un hombre si
gana el mundo entero, pero pierde su alma? (Mateo 16:26) La mejor garantía de
seguridad para un estado es el bienestar y la libertad de su población, ningún
pueblo libre se dejará arrebatar su libertad gratuitamente. Aumentemos las
libertades de las que gozamos para que el estatismo se convierta en Socialismo.
¿Podrá el actual poder revolucionario
asegurar sus proyectos? Podrá si se reproduce, si se socializa más, si prioriza
a la nación sobre el proyecto de sociedad, si está invariablemente al servicio
de las grandes mayorías, si es legítimo y si hace de la continuidad y el cambio
su divisa permanente. (Valdez Paz, 2019, La
evolución del Poder en la Revolución Cubana, Tomo II pág. 405). Podrá si se
toma en serio, como nos enseñó Wright, lo social del socialismo.
La Habana, enero de 2021
Los artículos no firmados por el Comité Editorial, expresan únicamente la opinión de la autora, le autore o el autor. La versión íntegra de este breve ensayo aparecerá en el número 4 de nuestra revista teórica La Comuna.