Desde el plantón ante el Ministerio de
Cultura hasta hoy ha pasado exactamente un mes. ¿Qué ha sucedido en ese tiempo
y qué sucede ahora en Cuba? La pregunta es imposible de responder en un
artículo, pero sí es permitido hacer unos apuntes.
por
Frank García Hernández
Este
último domingo de diciembre se cumple el primer mes del plantón ante elMinisterio de Cultura y la consecuente reunión con el viceministro de Cultura,Fernando Rojas. El encuentro terminó en la madrugada del sábado 28 de noviembre
con el acuerdo de una serie de puntos, el cual serviría de guía para un amplio
proceso de diálogo entre artistas, intelectuales y las instituciones oficiales.
Sin embargo, la falta de organización del grupo demandante, su heterogeneidad,
la diferencia en intereses, la espontaneidad y la falta de cultura política,
hicieron que en realidad los acuerdos alcanzados estuvieran marcados por una
gran ambigüedad.
La
única exigencia puntual fue garantizar la dispersión total de los manifestantes
sin que interfiriese la policía que rodeaba el lugar. Pero, -a pesar del
quiebre del diálogo-, las autoridades culturales pueden decir que han cumplido
con el resto de las demandas. Veamos los siguientes ejemplos.
El
viceministro Fernando Rojas se interesó públicamente –incluso ante televisión
nacional- por la suerte de Denis Solís y Luis Otero Alcántara. A pesar de que,
como él mismo puntualizó en su alocución, ese no era “un tema que tenga que ver
solamente con el Ministerio de Cultura”. De este modo, dicha institución
pudiera argumentar que el resto de lo sucedido al respecto, ya no es de su
incumbencia.
A pesar
de la declaración del Ministerio de Cultura hecha el 4 de diciembre, donde se
anunciaba no dialogar con el grupo de los 30 -monopolizado por el MSI-, al día
siguiente el ministro Alpidio Alonso se reunió con jóvenes artistas eintelectuales. A su vez, posteriormente se realizarían otros encuentros en la
Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Es decir, dichas reuniones se pueden
entender como la respuesta al reclamo “apertura de un canal de diálogo con las
instituciones y organización de una agenda de trabajo múltiple con propuestas
de temas por ambas partes”. O sea, uno de los principales acuerdos logrados la
madrugada del 28 de noviembre.
Por
otra parte, la ambigüedad de lo que se puede considerar como “espacios
independientes”, hace también difícil negar que los artistas se hayan reunido
en esos lugares sin recibir hostigamiento.
Quizá,
lo único demostrable de su incumplimiento haya sido la revisión de la
“declaración de la Asociación Hermanos Saíz a raíz de lo acontecido con el
Movimiento San Isidro”.
Sin
embargo, al mismo tiempo sabemos que nada de esto era lo esperado por los
cientos de personas quienes aguardaron toda una mañana, tarde, noche y parte de
una madrugada, ante las puertas del Ministerio de Cultura.
De las
recientes reuniones celebradas por las autoridades culturales con artistas e
intelectuales no ha salido nada en concreto, porque no ha habido una
contraparte la cual lleve demandas puntuales, organizadas, a partir de las
cuales se establezcan puntos a negociar.
La
única forma de retomar un diálogo efectivo es que un nuevo grupo de
intelectuales y artistas -sin presencia de figuras que de antemano sabremos no
aceptará la institución y sí con personalidades de pensamiento crítico y
reconocimiento legitimado como Fernando Pérez, Silvio Rodríguez o Rafael
Hernández-, preparen una serie de demandas sólidas y organizadas las cuales se
presentarían al Ministerio de Cultura.
Ese diálogo tendría como punto principal el motivo por el cual se
movilizó aquel grupo de jóvenes artistas
e intelectuales: la supresión real de la censura.
El
presente: un mes después
Si hoy
alguien dijera que esa censura no existe, desgraciadamente pudiéramos ponerle
como ejemplo la cacería de brujas de baja intensidad lanzada contra un grupo de
intelectuales presentes en el Ministerio de Cultura, aquel pasado 27 de
noviembre. Quizá el ejemplo más burdo es el caso de Julio César Guanche a quien
se le imputa tener vínculo con fundaciones estadounidenses, las cuales
trabajarían para derrocar el Estado socialista, y por tanto, el mencionado
intelectual sería su cómplice.
Si
quienes dicen tener esas pruebas continuaran sus investigaciones a fondo, se
llevarían una buena sorpresa al ver dónde nace ese hilo en La Habana y dónde
termina en Washington.
La
campaña contra Guanche no es por haber participado de uno u otro evento,
realizado por demás, en el ya lejano 2016. Si este fuera el motivo real, habría
de investigarse a todos los intelectuales y artistas cubanos que viajaron a
Estados Unidos durante el periodo de las negociaciones con Obama. Debe tenerse
muy en cuenta que la mayoría de esos viajes fueron autorizados -e incluso no
pocas veces promovidos-, por el Ministerio de Cultura y sus dependencias.
Los que
se lanzan hoy contra Guanche lo hacen porque no le perdonan sus
pronunciamientos para con los sucesos de
San Isidro y principalmente, su activa presencia durante la Crisis del Fin deSemana Largo. Es cierto que muchos otros intelectuales y artistas que nos
posicionamos fuera de la línea oficial acerca de los sucesos del 27 y 28 de
noviembre, no hemos sufrido este acoso. Sin embargo, se corre el peligro de que
el caso de Guanche sea solo el comienzo.
Esta
suposición parte de que estamos hablando de una de las más importantes figuras
de nuestra cultura nacional. Si se logra represaliar a Guanche, el resto de
quienes nos pronunciamos de manera no oficial sobre aquellos sucesos, estamos
expuestos al mismo trato.
Los
ataques contra Articulación Plebeya también son una forma reciclada de unirse a
esta persecución de baja intensidad. No es precisamente el franco debate entre
intelectuales lo que se plantea con Articulación Plebeya y sus miembros, sino
una peligrosa descalificación política.
Por
otra parte, es necesario puntualizar que la polémica con esta plataforma
algunas veces se ha hecho de manera casi ingenua, sin prever lo que después
puede ocurrirle a los intelectuales que forman parte de Articulación Plebeya;
entre los cuales destaca un comunista de alto valor como Ariel Dacal,
vinculado, por demás, a una de las instituciones más dignas de nuestra sociedad
civil como es el Centro Memorial Martin Luther King Junior (Cmlk).
Muchas
veces se ha guardado silencio, incluso, ante injusticias. Toca ahora tener el
tacto político de ver, con nuestras declaraciones, cuáles pueden ser las
consecuencias políticas para un grupo de intelectuales quienes, más de una vez
han estado incondicionalmente con nosotros, incluso, sin haberlos convocado.
En
medio de todo esto, Cuba vive algo mucho más grave. El recorte de “subvencionesy gratuidades indebidas”, el alza de precios y el estímulo al sector privado dela economía. Quienes han apoyado una u otra de estas medidas, por lo general
las han entendido por separado. Es decir, o apoyan que el Estado se libre de
determinados gastos, los cuales, según ellos, eran una carga innecesaria; o
apoyan la expansión del sector privado de la economía. Ahora ven –aunque en
ocasiones aún no se percatan- que nada de esto iba por separado, ni que podía
ir por separado.
De este
modo, comenzaremos el 2021 con un preocupante escenario: recortes de políticas
públicas, creciente y fuerte estímulo del Estado al sector privado y aumento de
precios. Por si fuera poco, pareciera que se retrocediese en las libertades de
creación y expresión.
Una de
las estrategias más inteligentes que pudieran hacer nuestras autoridades sería
oír a sus intelectuales críticos e inconformes artistas. Fue triste ver que los
reclamos urgentes de este sector hayan sido catalizados por un grupo
contrarrevolucionario como lo es el Movimiento San Isidro, el cual no tenía
interés en dialogar con el Estado en favor de los artistas e intelectuales,
sino que pretendían derrocar al Estado, tomando como excusa las demandas de artistas
e intelectuales.
Esto es
algo que nuestros dirigentes deben tener en cuenta. Si el MSI tuvo éxito en
capacidad de movilización, no fue precisamente por haber “manipulado” a
personas tan inteligentes como Julio César Guanche o al grupo de
cineastas El Cardumen; como menos aún fue porque estos creadores sean
silenciosos enemigos de la Revolución. Los reclamos del MSI -el cual por demás
no está compuesto por terroristas, sino por artistas-, recogía la principal
demanda de este sector: la supresión de la censura.
En
noviembre de 2005 Fidel Castro alertaba que eran muy pocas las probabilidades
de que nos destruyeran desde el exterior y sí que nosotros mismos podemos
destruir nuestro sistema socialista. Quienes hoy atacan a Julio César Guanche
debieran recordar que este intelectual fue quien se percató de la urgente
importancia de aquellas palabras y antologó un necesario libro titulado Elpoder y el proyecto. Un texto imprescindible para la compresión de la Cuba
actual.
Cuba no
se puede librar de la crítica situación mundial, y por tanto nacional. En 1991 la isla perdía el 85% de sus socios comerciales. Ahora, el 100% de sus socios
comerciales se encuentran en una profunda crisis económica. En 1992 el Producto
Interno Bruto cayó al -11%. Este diciembre, el ministro de Economía, AlejandroGil ha declarado que la economía se desplomó en once puntos porcentuales.
El cómo
resolvemos este impacto a la interna de nuestras fronteras, solo nos
corresponde a nosotros, es decir, a la clase trabajadora, la sociedad en pleno
y el Estado socialista. Solo a través de un verdadero diálogo entre las
instituciones y la ciudadanía se lograrán salvar las conquistas del Socialismo
en Cuba y evitar la restauración capitalista. Algo que no se alcanzará en
encuentros de monólogos y catarsis y menos aún en grupos
contrarrevolucionarios.