Por: Daniel Mathews Carmelino
El domingo 30 de agosto en las redes sociales se produjo el concierto "Cantemos X Colombia Hasta que amemos la vida" . Como respuesta a las últimas masacres y a la situación política del país, durante 8 horas más de 100 artistas cantaron para más de 3 millones de personas de todo el mundo.
Resultó gracioso cuando Castañeda, alcalde de Lima, dijo que el puente no se había caído sino desplomado. Lamentablemente deja de ser gracioso cuando un presidente, esta vez en Colombia, dice que no son “masacres” sino “asesinatos colectivos”. No, nos podemos reír señor Duque.
En Colombia nos están matando. Llevamos 35 semanas del año y se han contado 43 masacres. Solo entre el viernes 21 y el domingo 23 hubo 4 masacres: El Tambo (Cauca), Venecia (Antioquia), Tumaco (Nariño), El Caracol (Arauca).
No podemos reír. Pero si podemos cantar. Debemos cantar. Cantar hasta que amemos la vida. Y eso es lo que se hizo el domingo 30 de agosto. Se reventaron todas las redes sociales: Youtube, Facebook, Instagram, todas. Si se quería demostrar que la vida importa se ha conseguido con creces.
La cosa en verdad nació en las calles. En noviembre del año pasado, igual que en Chile y otras partes del planeta, la gente se cansó de tanta muerte: muerte por hambre, muerte por balas; y decidió salir a las calles. A los gobiernos les resultó difícil, imposible, parar una bola de nieve que crecía, crecía, crecía. Hasta que llegó la pandemia y nos tuvimos que quedar encerrados en casa. Pero, ya ven, así encerrados la lucha sigue, toma otros formatos, pero sigue.
Los artistas tienen potencia para convocar, para decirnos qué pasa con la vida, con esta deshumanización, y darle nombres a los muertos. El Señor Presidente, en cambio dice: “en nuestro gobierno han fallecido 188 personas, lo que equivale al 2% de las víctimas de los homicidios colectivos de los últimos 22 años”. Aparte de que no se puede comparar 2 años con 22, no se puede reducir las personas a cifras y porcentajes, hay nombres.
La canción de César López es eso: Cuatro minutos de nombres. Ahí están Rodrigo Lara Bonilla, Jaime Garzón, Maria del Pilar Hurtado, Dylan Cruz, Manuel Cepeda, Luis Carlos Galán, Eduardo Umaña Mendoza, Diana Turbay, Carlos Pizarro, Guillermo Cano, Jorge Eliécer Gaitán, los ocho niños Bombardeados en el Caquetá, Nelly Bernal de la guardia indígena y Dimar Torres. Podría llenar la página y no solo fueron los muertos de los paramilitares, también los de las FARC y el ELN y los del ESMAD. Y no solo fueron los muertos civiles, también los policías y militares; también los firmantes de la paz a los que les han cobrado caro esa firma, porque, por más increíble que parezca, en Colombia hay quienes votan contra la paz.
En la jornada no solo participaron artistas, también líderes sociales, esos que dan la cara. Estuvo Leyner Palacios, a quien le mataron el escolta hace pocos meses. También Luis Ernesto Olave, del Choco, territorio afrocolombiano; Juana Alicia Ruíz de los Montes de María. También hubo líderes ambientales, porque si amamos la vida es la de todos los seres vivos y la del planeta entero.
En lo que a cantantes se refiere hubo de todo. Algunos muy conocidos como Residente, que hizo zoom con el resto de Calle 13. Otros, como Martina Camargo, representan la cultura colombiana. Hubo quienes prefirieron no cantar sino mandar un mensaje, como Rubén Blades. Hubo el que preparó una canción especialmente para el evento y el que modificó una canción conocida, para que sea útil a la causa.
Gente de teatro nos ofreció pequeños diálogos, otros tantos leyeron testimonios. Hubo hasta llantos. La presentadora Claudia Bahamon comenzó a leer “Cómo seguir como si nada hubiera pasado cuando están matando a tantos colombianos…”. No pasó ni un minuto de su lectura cuando las lágrimas acudieron. Tuvo que hacer un esfuerzo para terminar su texto. Y, por cierto, en algún momento yo también lloré. Porque amo la vida.